En su visita a Tijuana López Obrador demostró el arte de evadir cuestionamientos y prometer.

Por Alberto SARMIENTO REYES / HIPTEX

El prometer no empobrece, dar es lo que aniquila. Es la sentencia que aplica a los políticos en campaña… o precampaña, como el caso de Andrés Manuel López Obrador en su visita de ayer a Tijuana.

Pero además, el precandidato presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) confirmó, al encabezar la “asamblea informativa estatal”, que es un maestro en el arte de evadir cuestionamientos.

AMLO, demostró estar informado de la realidad fronteriza, agobiada por decisiones centralistas de gobiernos priistas o panistas por igual. Prometió bajar el IVA del 16 al 8 por ciento, disminuir el ISR del 40 al 20, y duplicar el salario mínimo en la franja fronteriza del norte del País.

¿Cómo hará para cumplir esas y otras promesas? No dijo cómo, aunque para esas y otras promesas en las que se vaya a requerir mucho dinero, el tabasqueño tiene como salida los miles de millones de pesos que obtendrá al combatir la corrupción e impunidad que practican los de la mafia del poder desde el gobierno.

Curtido en eso de hablar ante las masas, López Obrador también demostró que al ser interrumpido en pleno discurso, jamás habrá de salirse de su guión, como ocurriera anoche en un par de ocasiones.

La primera, cuando una activista del movimiento a favor de una libre orientación sexual, puso en su mano izquierda una bandera con los colores del arco iris, que el tabasqueño tomó y mostró pero jamás levantó. Frente a él estaban unos entusiastas seguidores de la comunidad LGTB… pero atrás, en el presidium los dirigentes del Partido Encuentro Social (PES), reflejo de la ultraderecha en nuestro País y ahora aliados de MORENA en esta contienda electoral.

López Obrador gradualmente fue dejando la emblemática banderita en el atril. Minutos después de ser interrumpido, mostró sus dotes para evadir aprietos: se dijo respetuoso de la diversidad (no completó de la sexual) y la libre de creencia… para rematar con la frase del liberal Mexicali Ignacio Ramírez: “yo me hinco donde se hinca el pueblo”.

Una segunda evasión, fue dirigida hacia unos escandalosos integrantes de Mexicali Resiste, que en más de una vez le interrumpieron al grito de “¡el agua Andrés!”. Pretendían un pronunciamiento a favor de su lucha. Pero AMLO los calló contundente: “tranquilízate, serénate”. Y con esa evasión se desmarcó de la violencia que este grupo mantiene en su lucha contra la instalación de una empresa cervecera en Mexicali.

Pero también se evadió de algunos políticos. Aunque fue invitado a acompañarle, el senador Marco Blasquez Salinas fue objeto de una fuerte y prolongada rechifla y grupos de traidor, a los que López Obrador aplicó la de Carlos Salinas al PRD: no los oigo ni los veo. Dejó pasar el linchamiento de quien fuera su aliado hace seis años.

De los precandidatos al Senado de la república que MORENA tiene para Baja California, López Obrador “presentó” y levantó la manos de ganadores a Jaime Bonilla y Alejandra León, cuyas pre candidaturas, como la de él mismo, fueron producto de “encuestas” en las que salieron “como los mejor posicionados”. ¿Dedazo?, no eso no se practica en MORENA, dijo AMLO.

Así la visita de López Obrador a Tijuana, en la que además de prometer y mostrar sus dotes de evadir cuestionamientos y ataques dejó sembrada la duda sobre la presencia de Elia Manjarrez en su evento. Si, la ex primera dama de Tijuana, esposa del ex alcalde priista Jorge Astiazarán Orci, fue presentada como invitada y permaneció en el presidium sin más presentación que “una distinguida periodista”.