Palmeiras venció 1-0 a Santos en una deslucida final disputada en el legendario estadio Maracaná este sábado que solo albergó a 5 mil personas debido a la pandemia

RÍO DE JANEIRO, BRASIL.- Con un gol en la agonía de una deslucida final brasileña, Palmeiras venció el sábado a Santos por 1-0 en el estadio Maracaná y se consagró campeón de la Copa Libertadores por segunda vez en su historia.

En los descuentos, el delantero del Verdíño Breno Lopes, quien había ingresado desde el banco de suplentes cuando faltaban 5 minutos reglamentarios, se convirtió en el héroe inesperado.

A los 98 minutos, Palmeiras aprovechó la distracción imperante a raíz de un altercado que derivó en la expulsión del técnico santista Cuca.

Sin que se disipara todavía la tensión por el incidente, y cuando parecía inevitable el alargue, el atacante Rony, quien había hecho una buena final, recibió la pelota por la derecha y envió un centro al área que Lopes conectó de cabeza. Nada pudo hacer John, arquero de Santos, que vio cómo la pelota entraba por el palo izquierdo.

Fue una final de Libertadores deslucida, en la que los nervios y las imprecisiones fueron protagonistas y ambos adversarios pelearon más de lo que jugaron. Los dos equipos se habían ido al descanso sin ningún tiro bajo los tres palos y con 15 faltas en total, 8 cometidas por el Palmeiras y 7 por Santos.

Al término del primer tiempo, Palmeiras había hecho un poco más que Santos de la mano de Rony, quien sobre los 43 minutos, se lució con un sombrero sobre Felipe Jonatan, el lateral izquierdo de Santos, y dejó a Luiz Adriano mano a mano. Adriano, camiseta 10 del Porco, se desentendió de la jugada y desaprovechó una de las pocas claras que había tenido el partido.

La actuación de los dos equipos se fue deshilachando hacia el final, cuando parecía que comenzaban a pesar las piernas por el cansancio. Todo indicaba que Palmeiras y Santos jugarían dos tiempos extra, hasta que el encuentro se revolucionó y encontró un desenlace.

Ya en el descuento, el experimentado técnico de Santos fue expulsado por el árbitro Patricio Losteau, tras intentar retener la pelota en las manos cuando un jugador de Palmeiras buscaba reanudar el juego en un saque de banda. Se sucedieron varios empujones entre los jugadores, mientras Cuca hacía con las manos una señal para pedir que se recurriera al videoarbitraje (VAR) y se anulara su expulsión.

A la final, que había comenzado con una sensación térmica cercana a los 40 grados en Río de Janeiro, concurrieron unas 5 mil personas, entre invitados de patrocinadores y de los clubes, staff operativo y empleados de seguridad que atestiguaron dentro del estadio mítico la victoria del Porco.

A 375 días del primer partido, el mayor torneo continental llegó a su fin con una atípica definición a puertas cerradas, lo cual no evitó que cientos de hinchas estuvieran presentes. Palmeiras y Santos tuvieron pequeñas pero ruidosas hinchadas en un Maracaná prácticamente vacío.

Cada club estuvo representado por cientos de invitados que se hicieron sentir desde el calentamiento alentando a los equipos. En varias ocasiones, pudo observarse que el comportamiento de esas personas contravino los protocolos aconsejados para combatir la diseminación del coronavirus.

Los controles estrictos de la Conmebol en la previa a la final, cuando se le exigió a cada persona que fuera al estadio un examen PCR negativo, contrastaron con lo que se vivió dentro del estado. Aunque la mayoría de las centenas de invitados estuvo con cubreboca durante el encuentro, no se respetó el distanciamiento en la platea de invitados.

Fue la segunda vez que el Maracaná se convierte en escenario de una final de Libertadores. En 2008 la Liga de Quito de Ecuador derrotó en los penales al local, Fluminense, y levantó su primera y única Copa.

Palmeiras se consagró campeón por segunda vez, la anterior había sido en 1999 bajo la conducción de Luiz Felipe Scolari. Con el triunfo se garantizó un pasaje al mundial de clubes de Qatar. Además, se embolsó un premio de 15 millones de dólares.