Alfonso Reyes murió el 27 de diciembre de 1959 y a la fecha se sigue hablando de él, se sigue leyendo como si fuera un ente activo

CIUDAD DE MÉXICO.- Alfonso Reyes es una pieza fundamental en la cultura mexicana; el escritor más importante de la primera mitad del siglo XX, así se expresa Javier Garciadiego del autor de Visión de Anáhuac. El historiador aclara: “digo el más importante no digo el mejor, porque eso depende los gustos de cada uno.”

Hay muchas maneras de ver a Alfonso Reyes (Monterrey, 1889-Ciudad de México, 1959), pero sólo hay un lente: el humanista. Poeta, diplomático, periodista, narrador, ensayista y político fue desde muy joven un pensador, que hizo con sus ideas una revolución en las letras.

—Alfonso Reyes hizo una propuesta muy importante, primero en una etapa juvenil con el célebre Ateneo de la Juventud, sin lugar a dudas el grupo cultural más importante de nuestra historia. Muchas de las instituciones culturales y educativas que hoy tenemos provienen del Ateneo.

En la Capilla Alfonsina, espacio que fuera su casa y ahora un centro cultural que dirige el historiador Javier Garciadiego, se lee que Reyes fue “un exiliado político o brillante diplomático destacado en Europa y Sudamérica”. Y es que en 1913, tras el asesinato de su padre Bernardo Reyes, Alfonso se fue de México. Para su regreso en el año de 1938, se encontró con una cultura nacionalista.

—Fue un intermediario cultural, el intermediario cultural por excelencia, un hombre abierto a muchas ventanas, un hombre que no conocía a cerrazón. Alfonso Reyes siempre fue una ventana abierta que tenía dos vistas: llevar la cultura mexicana al exterior y traer de fuera todas las posibilidades civilizatorias a las que podríamos tener acceso. Entonces, Alfonso Reyes fue criticado incluso por algunos señalándole que ponía poca atención a la cultura mexicana, y lo que contestó Alfonso Reyes fue: “tenemos que ser las dos cosas, tenemos que ser generosamente mexicanos, pero también tenemos que ser plenamente universales”. O sea, no son disyuntivas, no son antípodas.

Alfonso Reyes, el humanista

Jorge Luis Borges consideraba a Alfonso Reyes el mejor prosista de cualquier época. El diplomático hizo de la lengua española una herramienta para plasmar aquellas ideas intelectuales que surgieron en una mente revolucionaria, pero, ante todo, inquieta por entender su época y la de un país que estaba en procesos de cambio.

—El humanismo de Reyes radica en esta combinación única de tener muy claro lo que es el alma nacional, mexicana, esta combinación única de dos culturas y por otro lado nuestra posibilidad de asomarnos ante cualquier sociedad, ante cualquier civilización y ventana, porque somos un pueblo esponja o al menos deberíamos de serlo.

Reyes publicó más de cien libros. También fue periodista y traductor. En sus textos existe una unión entre lo universal y lo mexicano. Él decía: “uno puede ser perfectamente mexicano y al mismo tiempo universal”, afirma Garciadiego.

—Para él estaba bien la cultura del nacionalismo y como ejemplo el texto Visión de Anáhuac, pero también decía que debíamos apropiarnos de los griegos, de la literatura española. Él dijo: “El Quijote es tan nuestro como de los españoles, todos los hablantes en español somos sus dueños y nos podemos identificar con ellos”.

Alfonso Reyes murió el 27 de diciembre de 1959 y a la fecha se sigue hablando de él, se sigue leyendo como si fuera un ente activo. Para y “está vigente porque hoy se habla de la internacionalización, se habla de la sociedad-mundo y qué mejor que Alfonso Reyes, quien nos dijo hace 60 años, por lo menos, que podíamos tener el mayor número de contactos y eso nos iba a enriquecer”.

Caso aparte: Cartilla moral

Aunque hay un texto de Alfonso Reyes que en los últimos meses se ha mencionado mucho y que pocos saben, pero ha tenido una historia editorial complicada, porque durante muchos años la Cartilla moral fue “ninguneada”.

En 1944, Jaime Torres Bodet lanzó una campaña alfabetizadora. El entonces secretario de Educación Pública decidió encargarle una Cartilla moral a Alfonso Reyes. Sin embargo, cuando el escritor entregó el texto éste no se publicó.

—La Cartilla moral no es un texto de creación literaria es un texto épico, es un texto pedagógico, es un texto cívico, podría llamarse también perfectamente “Cartilla Cívica”, yo creo que hubiera sido más apropiado, pero Reyes respetó la decisión de Torres Bodet.

Javier Garciadiego, quien es estudioso de la obra de Reyes, cuenta que en 1959 a la Capilla Alfonsina llegó un día Rosario Castellanos y un joven, quienes solicitaron hacer un tiraje del texto para repartirla entre los instructores del Instituto Nacional Indigenista. Se les autorizó, pero el texto continuó sólo para unos cuantos hasta que veinte años después, al editar la obra completa de Reyes, la Cartilla Moral fue incorporada en el tomo XX.

—¿Por qué señalo el tomo XX? Porque es el tomo menos literario, es el tomo filosófico. ¿Quién puede leer el tomo XX de las obras completas de Alfonso Reyes? Solo los “alfonsistas profesionales”, de los que habemos algunos. Entonces, ahí empezó la larga historia de la Cartilla Moral, ya estaba a disposición de los lectores, pero tenía uno que ser un alfonsista profesional.

Años después la imprimieron en diversas instituciones educativas. También la Asociación de Libreros de México realizó una edición especial para el Día del Libro. Hasta que Ernesto Zedillo, cuando estaba al frente de la SEP, propuso imprimirla y obsequiarla a los profesores.

—Se imprimieron 700 mil ejemplares, era un paquete de 10 libros que se iba a regalar a todo el docente del sistema de educación público nacional, pero una comisión de profesores enviada por el Sindicato, por la maestra, rechazó la Cartilla moral dijo que era un texto fuera de contexto, anticuado y que atentaba contra el estado laico, palabras más, palabras menos.

La Cartilla se volvió un texto polémico y esto la hizo famosa y aunque no es el texto más leído, “sí es identificable”. La historia continuó que Andrés Manuel López Obrador la imprimiera y repartiera, pero ¿qué contiene?, ¿de qué nos habla Alfonso Reyes en este texto? Para muchos es anacrónico, ¿en verdad lo es?

—No puedo decirle libro, no puedo decirle artículo, eran unas páginas que iban a acompañar a la cartilla alfabetizadora, son una treintena de páginas dividida en lecciones y cada una de estas lecciones se refiere a un respeto. Yo creo que, si bien no habla del Chapo y estas cosas, esos principios no son anacrónicos, esos principios son universales, son “ahistóricos”, son atemporales, más bien quiere decir que siempre va a ser bueno respetarse a sí mismo, respetar a los demás, respetar a la naturaleza, yo no veo porque hay una objeción de que es un texto anacrónico.

—¿Qué opinión le representa la decisión del Gobierno de México de acercar la Cartilla moral a la ciudadanía?—Que el presidente imprima masivamente, la distribuya a través de la Secretaría de Educación Pública o de alguna otra institución federal, me parece espléndido. Es un texto que a nadie le hace daño, a todo aquel que lo lea lo va a beneficiar, hay ideas muy ricas, muy profundas redactadas en la prosa de Alfonso Reyes que es una prosa perfecta, de un equilibrio, de una sobriedad. Sería una gran cosa que el mayor número de mexicanos posible leyera Cartilla Moral y además es una treintena de páginas.