Una de las tradiciones que se visibiliza cada fin de año dentro de la creencia cristiana es la del árbol de Navidad

Crisstian VILLICAÑA / HIPTEX

Cuando se habla de tradiciones religiosas nadie quiere modificarlas y es comprensible, ya que el culto a una deidad o grupo espiritual exige fidelidad, compromiso y por supuesto, la convicción de continuar con todos aquellos rituales que le dan vida, significado.

Una de las tradiciones que se visibiliza cada fin de año dentro de la creencia cristiana es la del árbol de Navidad; siendo más específicos, un pino. Este árbol que se tala por cantidades industriales para ser llevados a los millones de hogares en el mundo, sigue siendo utilizado de forma desechable al darle uso sólo por un mes, sin embargo, poco se resalta lo anterior al ser una manifestación que envuelve un aspecto espiritual, vaya, casi sagrada.

Pero qué tanto conocemos de los orígenes del árbol de Navidad; en el trabajo académico "Mil Millones de Árboles de Navidad Aserrados, El Saldo de un Sincretismo Religioso"; escrito por Rodrigo Tovar Cabaña, María de Jesús Ávila Sánchez y Shany Arely Vázquez Espinosa, se enmarcan algunos aspectos que nos da un panorama del cómo se asentó la tradición.

"La evidencia más antigua vinculada con la costumbre de usar un árbol se remonta a la edad  de bronce, concretamente a los tallados en roca de la provincia sueca de Bohuslän, realizados hacía el año 1800 a.C., puesto que muestran claramente el  traslado de una pinácea con una  base para erguirse en otro sitio".

"Su culto está asociado con el mito del Árbol del Mundo, un motivo recurrente en varias religiones y mitologías, en particular en las religiones indoeuropeas, siberianas y nativas americanas, entre otras propias de las regiones septentrionales; otras  acepciones aluden al Árbol de la Vida, cuyas filosofías de este último se corresponden más con las tradiciones espirituales del cercano oriente.  Sin embargo dado su contenido metafórico en algún momento de la expansión del cristianismo se imbricaron".

Para el año 325 la iglesia alejandrina fijo el díes nativitatis et epifaníae o día de natividad; casi mil años después, enmarca el estudio, se prescribía en Portugal cómo había que decorar el árbol de navidad; mientras que entre los siglos XV y XVIII artesanos, cultivadores y creyentes decoraban sus árboles con manzanas y dulces.

Transcurrida la mitad del siglo XVIII el papel del árbol de navidad ya era notorio, siendo precisamente en este momento de la historia donde se le dio impulso por poetas cercanos al luteranismo, hecho que consiguió que para mediados del siglo XIX el estimado de árboles vendidos en Europa era de cien mil unidades.

Millones de árboles de navidad desechados

Difícilmente nos hemos detenido a pensar cuántos árboles de Navidad se utilizan y desechan cada temporada navideña; como se anotó al principio, el poder de las tradiciones radica precisamente en la constancia de las mismas, sin embargo, parece ir aparejado, por lo menos en este caso, con un impacto negativo al ecosistema.

En este punto juegan un rol importante compañías trasnacionales que se han encargado de impulsar la navidad, así como la puesta del árbol; en ese sentido, apunta el trabajo. "Es cierto que fueron revistas como The Saturday Evening Post, Ladies' Home Journal y la revista Life las que masificaron los anuncios navideños de marcas populares como Kodak, Cream of Wheat, Baker's Cocoa, Ford y Coca Cola Company".

"Toda esta estrategia de mercadotecnia diseñada  exclusivamente para atender el basto mercado navideño ya descrito, terminó en una cosecha de 600 millones de árboles cortados  de 1900 a 1949 y otra cercana a los 1000 millones de pinos navideños talados de 1950 a 1970, en tanto que en el periodo que va de 1971 a 2018 la cantidad de árboles, que  se  han  usado  para la temporada de adviento, supera fácilmente los 2000 millones; mientras que la suma histórica, de 1900 a 2030, de todos esos árboles de Navidad es de 5,000 millones"; en base a un análisis que comparaba el número de familias cristianas con la cantidad de árboles a ofertar.

Las cifras son preocupantes, y es que la enorme cantidad de árboles utilizados en navidad a lo largo de la historia equivalen a un bosque de 20 mil kilómetros; si todos estos árboles hubiesen vivido por 60 años hubieran generado suficiente oxigeno para 6000 millones de personas durante el año 2000 por 150 días o bien darle oxígeno por un día completo a un billón de personas.

Tal vez es momento de poner en una balanza la tradición del árbol en comparativa con el impacto negativo que genera al medio ambiente; la industrialización y popularización de costumbres que atentan contra el planeta poco son estudiadas, refiere el trabajo académico, el cual, también deja una reflexión final.

"Sabiendo que hoy en día existen millones de familias cristianas, y que la práctica de talar  árboles para usarlos unos días durante el inverno del hemisferio norte perjudica seriamente al  medio ambiente se podría optar por reorientar la costumbre hacia la adopción de diminutos  juníperos (entre otras coníferas bonsái) para por una parte frenar la deforestación y la erosión de suelos que causa el cultivo de pinos de Navidad y por la otra fomentar el cuidado de plantas vivas, en tanto que el diálogo ecuménico resuelve  el  sincretismo anticristiano del árbol de Navidad. Recordemos que irónicamente en el pesebre, esa noche, no había ni un pino".