Yo era de las personas que miraba frío a los familiares de los difuntos, pero cuando fallecieron mi madre y padre, ambos en el mismo año, empecé a ver las cosas de manera diferente.

"Llegué a Tijuana hace 34 años, venía de un pueblo de Jalisco buscando trabajo. Llegué con un tío que ya se había venido mucho antes y le pedí me consiguiera trabajo donde él era jardinero.

Le dije que si me acomodaba aquí, trabajo aquí, sino me brincaba a otro jale, pero no al “otro lado”, sino me regreso a mi rancho.

Mi tío me dijo “necesito un jardinero, pero tú no sabes de eso”, entonces le dije pero si “usted cuando llegó tampoco sabía nada de eso”.

Así que me llevó con la dueña de la casa donde trabajaba. Ahí estuve como tres años, no sabía que este panteón era de ellos, y me mandaron para acá como jefe, así fue como caí aquí.

En este panteón comencé como jardinero, pero he sido chofer, le he hecho a la mecánica, sepultando, haciendo fosas, barrer, cremando cuerpos, de todo le he hecho en este panteón.

Al principio, cuando empecé a sepultar cadáveres en las fosas que cavaba, tenía que hacerme de corazón medio duro.

Yo era de las personas que miraba frío a los familiares de los difuntos, pero cuando fallecieron mi madre y padre, ambos en el mismo año, empecé a ver las cosas de manera diferente.

Ya cuando a uno le pasan esas cosas, al ver uno se acuerda de eso. Miras cómo un niño le llora a su padre que se ha ido, y se le aflojan a uno las lágrimas… pero es mi trabajo y hay que hacerlo.

En este trabajo poca gente valora lo que hacemos. Nos dedicamos a cuidar y mantener la sepulturas de sus seres queridos, pero cuando vienen a visitarlos, que normalmente es en estos días de Muertos y el Día de las Madres, lo que más recibimos son reclamos por el desgaste de los monumentos… pero pues nada es eterno, todo se va desgastando".