Dando un recorrido por el Mullme: Museo de Lucha Libre, uno puede evocar los recuerdos no sólo de la niñez, sino sentirse de nuevo como en las viejas arenas de la lucha, como si se fuera el propio gladiador.

Texto y fotos: Crisstian Villicaña

Qué dichosos son los luchadores, me quedé pensando luego de ver un par de viejas peleas; me había echado la de Konnan vs El "Perro Aguayo" (máscara contra caballera; la cual ganó el can) y una del Kato Kung Lee y Súper Astro vs Blue Panther y Cuchillo.

Ser parte del deporte de las patadas, hurracarranas, costalazos y llaves, significa tener un pago en cada presentación.

El técnico, se enorgullece de pelear limpio, casi un ejemplo para los niños, mientras que el rudo se satisface haciendo trampa, pateando las partes nobles como dicen los narradores; ambos obtienen lo que quieren, aplausos, abucheos, el clamor del público, parte vital de este espectáculo que sigue moviendo emociones hasta la fecha.





Pensar en la lucha libre, en los combatientes, los fanáticos, me hizo recordar aquella melodía "métele la wilson, métele la nelson, la quebradora y el tirabuzón, quítale el candado, pícale los ojos, jálale los pelos, sácalo del riiing"; la cumbia de "Los luchadores" (1952), composición de Pedro Ocadiz, y que se hiciera famosa con el "Conjunto África".

Hay un baile sin tocarse entre luchadores y asistentes, el uno sin el otro no son nada, se necesitan, se complementan al grado que se vuelve algo así como una coreografía con diálogos, más bien gritos, en la que el éxito de la pelea depende de cómo se muevan entre ambos; una cumbia deportiva, llena de movimiento, sudor, reclamos, porras y por supuesto, mentadas de madre.

Un espacio para el homenaje y el recuerdo

Después de ser invadido por la nostalgia del pancracio, no pude evitar recordar un espacio que vale la pena ser visitado en la ciudad y que precisamente, rinde un homenaje al deporte de las máscaras y caballeras, se trata del Mullme: Museo de la Lucha libre; ubicado entre avenida Revolución y Constitución, en la calle séptima de la zona centro, el cual nos muestra a través de sus vitrinas y paredes, una probada de la lucha libre mexicana.





Fundado el 29 de abril del 2017, el Mullme es una joyita para aquellos que en algún momento de la infancia siguieron la lucha libre y ni qué decir para aquellos que hasta la fecha continúan apreciando y siendo parte del espectáculo del encordado.





El lugar, cuenta con más de seis mil 900 artículos de lucha libre, tal como máscaras, figuras, carteles, revistas, álbumes de estampas, un ring para tomarse la foto y hasta un espacio con fragmentos de caballera que fueron cortadas en peleas a lo largo de estas décadas.





El museo, que recoge parte de la historia de este deporte tan arraigado en el país, ha contado con la visita de luchadores como Calo Jr., Aeroboy, Zarco, Ángel Dorado, Cínico, Arkangel Divino, Último Maldito, entre otros, a su vez, su asequible costo, hace que sea una opción para toda la ciudadanía.





Y es entonces que pienso de nuevo en lo que significa ser luchador, sin duda mucho trabajo, ejercicio, viajes, lesiones y hasta la vida misma en cada salto de la tercera cuerda, todo con un sólo objetivo, vencer al contrincante, mantener el prestigio, ser reconocido y en éste último renglón el museo cumple su misión de ser no sólo un recinto para los fanáticos, sino un templo para los luchadores que han entregado su vida, brindándose a ser él quien se vaya con el brazo arriba, con el cinturón de campeón a casa, con el aplauso del público.