Te ven en la calle y piensan que eres un drogadicto o un vago, cuando no es así.

“Yo me dedico al arte de malabares callejero. Lo que hago es más que nada un estilo de vida, aunque tiene que ver con necesidad; es como mi oficio, y de aquí sale para pagar la renta, las deudas y la vida. Esto lleva disciplina, mucha práctica, tiempo y dedicación como cualquier otro trabajo. El malabar es mi pasión.

Siempre es muy cansado. Todo depende del día, el fin de semana es más pesado, laboro ocho horas, entre semana es más tranquilo. Suelo estar en los rumbos de la Ermita y los fines de semana voy para Otay, Centro o Zona Río.

Quisiera que las personas dejaran de lado el prejuicio porque es muy grande ahorita. Te ven en la calle y piensan que eres un drogadicto o un vago, cuando no es así. Uno también estudia y trabaja; yo estoy en la escuela y no todo es como se mira.

Estudio la preparatoria y quiero entrar a la universidad; aún no sé a qué carrera, pero por lo pronto quiero terminar la prepa y viajar para después regresar a ver lo de la universidad.”